Tenía el poder de intimidar al mundo con una sola mirada.
Pensaba en lo simple que era encontrar la locura en lo anormal.
Pensaba en lo difícil que era encontrar la cordura en lo cotidiano.
Deseaba todavía existir el día que el mundo se detuviera.
Deseaba hablar y ser escuchado.
No se acostumbraba a nada, no se lo permitía.
Su capacidad de asombro era incomparable.
Para él, el tiempo no existía era tan sólo un invento humano para sentir que todo estaba bajo control o simplemente para vender relojes.
Así y todo, nunca perdía el tiempo, siempre lo ganaba.
No creía en las individualidades, creía en las parejas.
Sin embargo, no conocía el amor.
Pocas veces se aburría.
Cuando lo hacía le gustaba encontrar atractivo en las cosas que no lo tenían.
Pese a todo, estaba como quería, como él quería.
martes, 19 de agosto de 2008
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