Se sentía mal. Sentía que una vez más todo había sido culpa suya. Una vez más había perdido por no arriesgarse a ganar. Por no encontrar motivos suficientes para hacerlo, cuando en realidad los motivos estaban a la vista de cualquiera que estuviera dispuesto a ver.
Estaba demasiado triste como para llorar. Estaba enojado consigo mismo, quería cambiar y no podía. Tenía ganas de decir un montón de cosas, pero que para variar tampoco podía. Decir lo que quería, implicaba dar por sentado todas las cosas que no había dicho antes.
Lo querían, lo esperaban, se cansaban y nuevamente se quedaba solo. Se quedaba como no quería estar. Hacía tiempo que estaba decidido a encontrar lo que buscaba, quería una compañera. Quería no estar solo, poder contar con alguien más allá de un amigo. Quería ocupar todos los espacios que estaban vacíos por su culpa.
El miedo a enfrentarse a diferentes situaciones no lo dejaba ver con claridad. Por supuesto que se había dado cuenta de cómo eran las cosas. Desde ya, que le molestaba pero obviamente era otra de las cosas que no estaba dispuesto a admitirse.
La historia volvió a repetirse, y una vez más, Joaquín la dejó olvidarse de él.
lunes, 25 de agosto de 2008
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